Tuesday, January 19, 2010

El circo esta en Miami, ¿necesitaran una domadora de leones?

El “Ringling Brothers Circus” llego a Miami este mes, como todos los eneros desde que me mude aquí, camino al trabajo veo las carpas montadas y si tengo suerte, puedo hasta escuchar a algunos animales. Mis favoritos son los elefantes, a veces los veo de lejos. Pero otras veces, pues escucho el rugido de los Leones y, la verdad, esos no me agradan ni un poquito. No quiero sonar mal y que alguna asociación protectora de Leones me mire con mala cara, entiéndase que no tengo nada en contra de los reyes de los felinos, todo lo contrario, los encuentro fascinantes. Pero a los leones de verdad, verdad. No con los que tengo que lidiar, día a día en mi oficina.
A veces siento que necesito un látigo y una silla para trabajar, porque de tantos gruñidos y zarpazos que por cualquier tontería se reciben en mi oficina, pareciera que se encuentra uno en una jaula de Leones salvajes! Lo bueno es que si es posible domar a los leones de verdad, también es posible domar a los depredadores laborales.
Y es que las comparaciones saltan a la vista. Por eso cada vez que llego, como buen domador de leones, antes de entrar en la jaula lo pienso muy bien, analizo como están hoy los leoncitos y, decido en ese momento si ese día usare el látigo o la silla. Lo más importante que he aprendido de estos leones es que hay que reconocer que SIEMPRE son un peligro, lo que no deja tiempo para distracciones. Hay que estar alerta en todo momento. Así he encontrado unas reglas básicas de supervivencia: hay que mantener siempre contacto visual, prestar mucha atención, mantenerse alerta, ser decidido y sobretodo, la más importante de todas, tener toneladas de paciencia. Porque poco a poco llega uno a reconocer sus hábitos y sus necesidades. Todos estos leones tienen mucha necesidad de poder, de marcar su territorio, de defenderlo y de extenderlo. Pero lo que menos me gusta de ellos son sus frecuentes demostraciones de furia y su incapacidad para admitir sus errores.
Una vez aprendidas estas lecciones, se hace cotidiano el tratamiento con estos carnívoros corporativos. Y se logran domar las fieras, claro nunca es permanente, siempre es temporal, es un trabajo diario que no termina, porque como mencioné anteriormente, siempre quieren expandir su territorio. Lo que me lleva a volver a comenzar todo, cuando llego a la oficina y sin entrar escucho gruñidos y golpes contra la pared, se que es momento de sacar de nuevo el látigo y, una vez más, comenzar a domar a los leones.
Ahora entienden porque el rugido de los leones del “Ringling Brothers Circus” lejos de emocionarme, me genera una ¡gran pereza! Al final, todo es cuestión de entender las reglas de la selva o, como diría el gran Fito Páez “y caí que al fin esto es un juego todo empieza siempre una vez más”
Referencias:
http://comunidad.uach.mx/rarroyo/resumenes/410DomandoLeones.pdf

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